5 Seis miles en 10 días – Parte dos

Esta es la continuación de la aventura vivida por Kari Ramirez. 

 

Día 8 campamento alto: Día de desarmar el camp en Laguna verde, para irnos a portear al Tres cruces sur. Ese día de mañana no amanecí tan bien: menos apetito y mi nariz ya sangraba de lo rota que estaba por dentro. Intenté comer lo que pude, pero fue bastante menos respecto a los desayuno-almuerzo que me servía. Desarmamos todo y comenzamos a ordenar las mochilas para llevar lo justo al Campamento alto. Luego de una hora y media de viaje aproximadamente, llegamos y era hora de caminar. Me sentía un poco mejor, comí algo y comenzó la marcha. Fueron 4,29 km de subida con 826 metros de desnivel positivo.  Fue una marcha bastante rápida en dónde aún había energía (increíble el cuerpo). Llegamos y el lugar era increíble y acogedor … La cumbre se veía tan cerca, pero era solo una ilusión. Mario Y Álvaro en nada de tiempo tenían las carpas listas, y nos metimos a descansar. Fue un buen momento para conocer más sobre el genio de Mario, así que lo interrogue sin pudor, ja. A las dos horas de estar instalados, aparece un grupo nuevo de compañeros que venían con Rodney (otro grande de la montaña) y sus clientes brasileños. Así que íbamos a estar súper acompañados de noche y de madrugada. Cenamos, literalmente me comí casi la olla de fideos, y a internar dormir.

Día 9 Tres cruces sur:  Y digo intentar porque la verdad es que no dormí profundo, descanse algo y debo haber dormido una hora profundo. Se sentía la altura y tuve durante la noche una presión en mi cabeza. A pesar de aquello, normal por lo demás, me desperté con bastante ánimo. A las dos de la mañana ya comenzamos a movernos, calentar agua e intentar comer algo. Carolina, nuestra asistente, cocinera y amiga de expedición, no había dormido tan bien, pero estaba lista para salir por el intento de cumbre. El clima, nuevamente nos acompañó y es que hacía “nada” de frío, para haber estado ahí que es un lugar que se caracteriza por ser muy ventoso y helado. Tres treinta cinco de la mañana, y comenzamos la marcha. A las dos horas, se empieza a sentir el frío porque se viene el amanecer y porque ya a empieza aparecer la nieve que acompaña a esta cumbre. La primera subida se siente, pero aún hay cabeza en el equipo. Caro nos comenta que no viene bien y que intento vomitar. Un poco más arriba, decide bajar porque no había mejorado. Rodney solo subió con un Brasileño, ya que el otro compañero paso mala noche. En total éramos 6 intentando hacer cumbre. Ya llego el amanecer y llegamos a una parte “plana” rodeada de nieve y laberintos de rocas. Era bien agotador transitar por ahí, pero bastante lindo. Era subir constantemente, pero moviéndose solo por rocas enormes. Llegamos a la parte “final” que es algo así como una corona de rocas enormes. Lo que había que lograr hacer, era entrar a esa corona… Y eso sí que fue difícil. Estuvimos cerca de dos horas buscando entrar por la zona más segura, ya que Mario hace unos mese había subido y tuvo un accidente del que salió vivo por un ¿milagro.  El cansancio se notaba y nuestro compañero brasileño había perdido energía y andaba más lento. Luego de que Rodney y Mario buscarán la forma más segura, se logró encontrar la subida. Era una subida bien agotadora, de rocas y más rocas. Nuestro compañero Brasileño llama a Rodney y le dice que no quiere seguir, lo encuentra peligroso, Así que antes de entrar a la “corona”, solo quedamos Álvaro, Mario, Jamy y yo. Álvaro se quedó conmigo, ya que los chicos iban un poco rápidos. Y fue preciso, porque la verdad es que la experiencia “básica” de escalada, que Álvaro si la tenía, ayudaba mucho. Para variar, yo no tenía idea sobre escalada, solo mis ganas. Así que Alvaro me fue dando las indicaciones de dónde pisar, agarrar las piedras y etc. Se sentía el cansancio, pero no era momento de bajarse.

Apoyo mutuo con Álvaro fueron claves para lograr mi quinta cumbre. La parte final, en donde hay que buscar la cumbre, es mentalmente bien dura porque se ven muchas “falsas cumbres”, paciencia, y mucha, es la que tuve que tener para llegar hasta donde vemos a lo lejos a Mario y Jamy. Última trepada y ya estábamos casi listos.

Tremenda, he increíble cumbre, sin duda fue mi favorita: por su rudeza y sus laberintos de rocas. Era hora de bajar y tenía un poco de temor, porque toda la trepa de rocas había que bajarla… Y sorpresivamente se me hizo bastante amable, mucho más de lo que imagine. Sin duda que haber ido a ritmos más fuertes con Mario, Jamy y Álvaro me ayudaron a “soltarme” en los terrenos más técnicos. Una vez que llegamos al Camp Alto tenía que pensar ¿Qué haría ahora? Tenían dos opciones: bajar y descansar en Copiapó o quedarme en Santa Rosa y subir una 6ta cumbre. No sabía si hacer una 6ta cumbre me ayudaría a destruirme más a nivel físico, o sería un aprendizaje enorme a nivel más personal. Tenía la certeza que haber estado con Mario en estos 9 días de mucha intensidad en la montaña, habían sido tremendos días de lo que nunca me iba a olvida. Y que, por ende, me servirían de por vida. Por otra parte, ya mi cuerpo estaba haciendo manifiesto de su cansancio, y soy muy respetuosa de sus síntomas. Así que la opción que tome fue cortar la expedición en 3 días y bajar a descansar. Como han pasado ya varios días, logre confirmar que si fue una buena decisión. Descanse antes de llegar a Santiago y bueno…

Bonus track: Se dio la oportunidad de hacer algo que siempre quise hacer y en la modalidad que quería. Y era hacer el plomo por el día. Así que me baje del avión el viernes, para estar en la madrugada del sábado caminado rumbo al Plomo con muy buena compañía: René, Marcos y Seba.  Admito que disfrutar el cerro con estos amigos es algo que me motiva mucho. René, Marcos y varios personajes más han sido bien clave en esta etapa de “búsqueda” de nuevos desafíos. Así que un saludo especial a los #débiles.

 

Intentar resumir los días y no escribir tanta lata, espero que haya resultado. He tenido días para procesar lo que hice y me siento mega feliz. Primero porque tuve la fortuna de conocer a Mario, pude compartir el viaje con tremendos personajes Álvaro, Caro, Rodney, Nico y pude aprender algo de lo que saben en sus años de montaña. Por último, quiero agradecer y manifestar mi profunda admiración y respeto a Mario, Adolfo y Rodney guías de la zona que hacen un trabajo increíble y de mucho cuidado. Estar en el desierto no es fácil, y mucho menos hacer montaña.

Gracias a Moi por haberme dicho “inténtalo, this is the time”.

 

¿Por qué escribir esto? Creo que todos podemos hacer lo que nunca pensamos, y también confirmó que es muy bueno creerles a esas “tincadas “, aunque mucha gente lo ponga en duda y te cuestiones.  Hace 11 meses dije “quiero subir él ojos”, en donde no logre la cumbre, que es lo menos relevante, pero de esa expedición me traje todo lo necesario para poder volver al Ojos y en otra modalidad. Ojalá todos se motiven en algún momento a acercarse a la montaña y más aún a la altura que es un mundo, a mi parecer, realmente alucinante. El norte de Chile está repleto de panoramas, al que curiosamente van pocos Chilenos y pocas mujeres. Nunca es tarde para buscar una motivación y salir a buscarla.